La región rusa de Belgorod se declaró en emergencia este miércoles debido al intenso bombardeo de las fuerzas ucranianas, mientras una incursión transfronteriza en la vecina región de Kursk se intensifica por segunda semana consecutiva.
Vyacheslav Gladkov, gobernador de Belgorod, describió la situación como “extremadamente difícil y tensa”, ya que los ataques han destruido viviendas y causado bajas civiles, generando preocupación entre la población. Se han tomado medidas para evacuar a los niños hacia zonas seguras, y aproximadamente 5.000 menores ya se encuentran en campamentos lejos del conflicto. Unas 11.000 personas han abandonado sus hogares, de las cuales 1.000 se encuentran en centros de refugio temporales.
La incursión ucraniana, que comenzó el 6 de agosto, ha sacudido al Kremlin. La operación en Kursk, calificada como la más grande en suelo ruso desde la Segunda Guerra Mundial, podría involucrar hasta 10.000 efectivos ucranianos apoyados por tanques y artillería, según analistas. La región de Kursk ya había sido declarada en emergencia el pasado sábado.
El Ministerio de Exteriores de Ucrania afirmó que no tiene intención de ocupar territorio ruso, sino de prevenir que Rusia lance misiles desde Kursk hacia Ucrania. A pesar de esta afirmación, el Ejército ucraniano ha reportado el control de 74 localidades en Kursk, mientras que las idades rusas aseguran que más de 100.000 personas han sido evacuadas, la mayoría provenientes de esta región.
Un informe de la televisora ucraniana 1+1 TV, publicado el martes, mostró imágenes desde Sudzha, una localidad rusa cercana a la frontera, donde se vieron columnas de vehículos militares rusos destruidos y soldados ucranianos entregando ayuda humanitaria a los residentes locales.
Ante esta situación, Rusia enfrenta la disyuntiva de retirar tropas del frente en Donetsk, una región ucraniana clave para los intereses del Kremlin, para reforzar la defensa en Kursk y contener la incursión.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró el martes que estos eventos representan “un auténtico dilema” para Vladímir Putin, aunque prefirió no hacer más comentarios sobre la operación ucraniana hasta que haya concluido.